Todos los combustibles arden en fase gas o vapor. La peligrosidad
de un combustible depende fundamentalmente de su capacidad de
emitir gases o vapores en la unidad de tiempo a una temperatura
determinada (bajo el aspecto de ignición y propagación
de llama).
Dichos gases o vapores mezclados con el aire
pueden inflamarse y si existe suficiente volumen de mezcla, generar
una explosión.
Según
el combustible
Gases
Son los más peligrosos; se mezclan
íntimamente con el aire y su ignición puede provocar
una explosión. Producen llamas.
Líquidos
Son tanto más peligrosos cuanto más
volátiles sean. Cuando se manejan a temperatura superior
a la de inflamación (Ver NTP 47-1983), la mezcla de sus
vapores con el aire se inflama con violencia y si hay suficiente
volumen de mezcla pueden provocar explosiones. Producen llamas.
Sólidos
Son tanto más peligrosos cuando menos
densos sean. Cualquier combustible reducido a polvo y dispersado
en el aire (nube), se inflama con violencia explosiva. Al arder
normalmente producen llamas y brasas (excepto la cera, parafina
y similares).
Fuegos normalizados
La norma UNE 23-010-76
establece las clases de fuego normalizadas:
Clase A: Fuego de materias sólidas,
generalmente de naturaleza orgánica, donde la combustión
se realiza normalmente con formación de brasas.
Clase B: Fuego de líquidos o de sólidos
licuables.
Clase C: Fuego de gases.
Clase D: Fuego de
metales.
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