Los forjados reticulares
no son más que un caso particular extraído del mundo
de las placas del que forman parte, siendo la losa maciza el caso
más general de esta familia. Por tanto la manera de abordar
su proyecto, cálculo y construcción coincide, con
sus lógicos matices y singularidades.
La mayor diferencia
que puede existir entre placas reticulares y losas macizas es
la siguiente:
-Losa maciza: Tiene
un comportamiento multidireccional.
-Placa reticular: Tiene un comportamiento bidireccional.
Esta diferencia
hace que el camino de las cargas a los soportes en el caso de
la losa sea más directo, y por tanto mejor. Además,
por decirlo de algún modo, la losa es más hiperestática
que la placa, ya que tiene un número infinito de nervios.
Podemos ordenar
las tres tipologías básicas de forjados en orden
a su efectividad (camino más corto de las cargas) y seguridad
(grado de hiperestaticidad).
1.-Losa maciza: es la solución que mejor funciona. Es el
que permite absorber mayores irregularidades en la planta estructural,
ya que debido a su mayor hiperestaticidad las cargas consiguen
encontrar caminos relativamente sencillos hasta los pilares. Permite
por tanto diseños en planta que el resto de tipologías
no soportan adecuadamente.
2.-Placa reticular: Su funcionamiento es semejante al anterior,
pero en menor medida, por lo que también se ve limitado
en sus ventajas.
3.-Forjado unidireccional: Estructuralmente es el que da menores
“prestaciones resistentes”, exigiendo un diseño
de la estructura muy puro y ordenado. No obstante, en esas condiciones
funciona excelentemente, y goza de ciertos privilegios desde la
normativa española gracias a la presión que hoy
día ejerce el sector de los prefabricados. Además
pesa menos que los anteriores y su ejecución no conlleva
necesariamente encofrar la planta.
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